martes, 11 de septiembre de 2018

Five

Cuando yo tenía como 11 años estaba conversando con mi abuela paterna sobre las cosas que me gustaban, que me interesaban y que aspiraba alcanzar cuando fuera grande. Ella, después de que escuchó todo mi cuento, me dijo que debería estudiar comunicación social. Eso era algo que siempre había sabido porque siempre ha estado en mi eso de leer, escribir, investigar y hablar, pero antes de ese día nunca había tenido la perspectiva de que lo que yo quería tenía un nombre y se estudiaba, así como se estudia medicina o derecho. Desde entonces nadie me ha sacado de la cabeza que comunicación social es lo que yo iba a estudiar, y aquí estoy.

Más de una vez, personas de mi familia, amigos y hasta gente que recién conocía, cuando les decía que quería estudiar comunicación social me decían que esa carrera no sirve, que no consigues trabajo y que si lo consigues no te va a dar suficiente dinero, que los periodistas en Venezuela no ganan nada a menos que estén trabajando con el gobierno y eso no era una opción, y muchas cosas más. Mientras los escuchaba ya yo tenía una lista mental de periodistas venezolanos que sí estaban haciendo dinero en el país, tenían reconocimiento nacional y hasta internacional y no trabajaban para el gobierno, y ni hablar de periodistas extranjeros, pero como a mí no me gusta entrar en discusiones yo solo les decía “¿en serio? Oye, que mal”, y después que se iban omitía esa conversación.

La gente tiende a asociar de una manera muy directa a la comunicación y al periodismo “serio” con la política. Se tiene la creencia de que si tienes algún programa en cualquier medio vas a hablar de política y economía, y esto me lleva a querer desarrollar un poco desde mi punto de vista la importancia del periodismo de entretenimiento.






El periodismo tiene varios géneros como el informativo, de opinión, de análisis, especializado y de entretenimiento. Este último tiene “mala fama” por caracterizarse como banal, frívolo, superficial y que se nutre de la imagen y del chisme. Y sí, tenemos una larga lista de hechos que sustentan esta idea, pero ahí es donde quienes nos queremos dedicar a este tipo de periodismo debemos jugar inteligente.

El periodismo de entretenimiento, por más que tenga humor, sátira, juegos, parodias, críticas y debates es algo tan serio como lo puede ser el noticiero matutino. Hay que investigar, verificar información, hacer entrevistas y esforzarse para conseguirlas, saber hablar correctamente, escribir como debe ser, conocer al público y sus gustos y a la vez saber cómo innovar y abrir los horizontes de ese mismo público, y un sinfín de cosas que así como se aplican en programas “serios” se deben aplicar en este tipo de periodismo para que no solo tenga una alta cantidad de consumidores, sino también genere un contenido suficientemente productivo para ellos.

Todos tenemos programas o fuentes de contenido que nos gustan, otras que no tanto, otras que no nos gustan para nada, pero rescato esto que leí en un artículo de Timothy Garton Ash que dice “Hay tres cualidades que necesitamos para nuestros medios de comunicación: que sean libres de censura, diversos y fidedignos”. Con el tiempo he ido confirmando que hay público para todo tipo de contenido, y si hay algún programa que no conecta conmigo pero habla con la verdad y es fidedigno, ¿quién soy yo o quién es quién sea para querer censurarlo a alguien más? Ahora, si la verdad es alterada y lo que se dice es falso pero el medio se jacta de su información verdadera es mejor omitirlo por completo, porque si se va a modificar la realidad y a distorsionar la información mejor dedicarse a la literatura de ficción y no al periodismo, ¿no?






Es evidente que en la actualidad prevalecen más aquellos programas de cualquier medio que tienen público en masas, pero hay que recordar esto siempre: la alta cantidad de consumidores de un medio no siempre es proporcional a su credibilidad. Pongamos por ejemplo a los reality shows. Hay programas de este tipo que se enfocan en mostrar el día a día de una persona o varias personas solo por ser quienes son, pero hay otros que buscan mostrar el día a día de una o varias personas por lo que hacen y en el camino tu vas conociendo quiénes son. Entre esos encontramos realities sobre equipos deportivos, esposas de celebridades, minorías como los amish o las personas pequeñas, concursos de belleza, personas que buscan bajar de peso, enfermedades no comunes, y así como estos hay muchos. La idea como tal es buena, es mostrar cada detalle de realidades que no todos conocemos pero existen, pero la cosa con estos programas es que de alguna manera están manipulados y guionizados, algunos con más intensidad que otros, así que ahí es cuando se desprenden de la realidad y la verdad que debería haber en la comunicación.

Desde hace varios años hasta hoy, este tipo de programas son los que más generan audiencia y tienen más actividad con el tiempo, y otros programas con contenido bueno de verdad no son sostenibles ni rentables a largo plazo porque no suelen generar a nivel financiero lo que genera un reality show. Esto puede desmotivar a cualquiera que trabaje en este medio pero no se puede desfallecer cuando se quiere hacer cultura en la gente, cuando se quiere aportar productivamente, cuando se busca innovar. ¿No funcionó ese espacio en ese momento? Ya se encontrará otro espacio para seguir haciendo crítica social con humor, juegos que beneficien a sus participantes, entrevistas precisas y directas pero respetuosas y entendibles para todas las edades, y mucho más.






También, el periodismo de entretenimiento vive en esa disyuntiva con la gente de “que absurdo que estén hablando de la boda real cuando en Siria hay gente que se está muriendo”, “¿cómo van a andar celebrando el mundial de fútbol si en México ganó López Obrador en la presidencia y ese tipo va a dañar el país?”, “En Venezuela andan más pendientes del Miss Universo que de salir del gobierno”, y así muchos otros pensamientos. Sí, hay gente muriendo en Siria, puede ser que López Obrador dañe el país o no y que en mi país sea urgente que se salga del gobierno que está, pero la vida y el pensamiento de la colectividad no se puede basar en eso netamente. Hay otras cosas en la vida, y que éstas existan no quiere decir que se omitan las otras. Si alguien se va a delimitar únicamente a saber de política, economía, teorías conspirativas y noticias de salud va a vivir en una preocupación sin fin. Por eso, el periodismo de entretenimiento juega un papel tan importante en la sociedad. Es una especie de liberación, de des estrés, te levanta el ánimo, también la curiosidad. Es como separarse de la realidad permaneciendo en la realidad, y también por esto mismo es tan delicado y tan serio.

Si alguien tiene en sus manos la capacidad de desconectar a alguien de las circunstancias sociales, políticas o económicas actuales con un artículo, un video de YouTube, un programa de televisión o de radio o incluso un monólogo de stand up comedy, debe hacerlo bien. Debe tener ética, moral, respeto hacia su fuente de información y hacia su público, debe investigar, tener buen vocabulario, ser coherente, organizado, para que cuando alguien esté “perdiendo el tiempo”, como le gusta llamarlo a muchos, lo “pierda” bien.

Y quiero cerrar este post, el número 75 en estos 5 años, con un pequeño párrafo que leí en un artículo sobre este tema, escrito por la periodista colombiana Laura Galindo: “El entretenimiento es un producto de la modernidad y, tal vez, su mejor propuesta. Una que molesta a los poderes sin que se den cuenta, una que explica el mundo sin que el mundo sienta la prepotencia intelectual de la “alta cultura”. Es el impulso para un nuevo periodismo”.







Canciones de hoy

En 1971 un diseñador gráfico, un astrofísico, un electrónico y un biólogo unieron sus conocimientos y talento musical para dar vida a una de las bandas más exitosas e icónicas de la historia, Queen. Pese a que su cantante, Freddie Mercury, era un brillante compositor, un cantante excelente y tenía un performance sobresaliente, el guitarrista Bryan May, el baterista Roger Taylor y el bajista John Deacon aportaron al mismo nivel en la composición de las canciones y todos han sido seleccionados como parte de los intérpretes más grandes del mundo en su instrumento. Dentro de los 15 álbumes de estudio que tiene la banda hay canciones que hasta quienes no son seguidores de Queen deben haber escuchado y que lograron alcanzar los mejores puestos en las carteleras internacionales. Hoy les recomendaré tres de mis canciones favoritas de una de mis bandas favoritas.

Good old-fashioned lover boy (A day at the races, 1976) Queen es una banda que he escuchado desde niña, pero esta canción me empezó a gustar recientemente. Inclusive, la tenía en mi iPod y no le prestaba mucha atención. Pero hace un poco menos de un año esta canción sonó y me tomé el tiempo de escucharla atentamente. Quedé fascinada con los cambios de melodía, los coros, el solo de guitarra, el glam en la voz de Freddie. Todo en esta canción es increíble. Lo único malo es que apenas dura 2:54 minutos.


Don't stop me now (Jazz, 1978) Un clásico para cantar en karaoke o para escuchar en un viaje por carretera. La energía que transmite esta canción es increíble y de verdad hace que te sientas imparable. Don't stop me now tuvo un buen posicionamiento en las listas musicales británicas pero en las estadounidenses solo logró alcanzar el puesto número 86. Se dice que el éxito y el reconocimiento de esta canción se ha ido generando con el paso del tiempo.

The show must go on (Innuendo, 1991) Esta canción fue lanzada en octubre de 1991 y su grabación y la del álbum que la contiene fueron realizadas mientras Freddie Mercury sufría de sida y su estado cada vez se agravaba más. En noviembre de ese mismo año muere apenas un día después de haber anunciado públicamente que sufría esta enfermedad. Aunque la canción fue escrita por el guitarrista Bryan May, esta canción expresa las circunstancias que Freddie estaba viviendo, y que pasara lo que pasara "el show debía continuar".



Espero que les haya gustado este post realizado por el quinto aniversario de Amanda Dice. El texto fue un discurso que escribí este semestre en la universidad para la materia de "Comunicación oral y escrita", lo presenté en julio y tenía muchas ganas de compartirlo aquí con ustedes.


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Hasta el próximo post, Amanda.